sábado, agosto 30, 2025

Asia White Lotus Trip 18: Chiang Rai - elefantes de Ran-Tong - Chiang Mai #ChiangRai #RanTong #elefante #elephant #elefantes #reserva #salvamiento #emeshing #ChainMai

 Viene del post sobre mis crónicas del viaje en Asia White Lotus Trip 17 de Emeshing.com

Nos levantamos y fuimos al mismo sitio de desayuno de ayer, pues ya habíamos pactado con el hombre seguidor de One Piece. Otra vez a base ensalada de col con tomate, huevo frito, salchichas, tostadas con mantequilla y mermelada, zumo de naranja y café de barista con leche.

Subimos todas las maletas a la van y nos despedimos de Chiang Rai, y pusimos rumbo camino a Chiang Mai

Chiang Rai, está situada en el extremo norte de Tailandia, y es una ciudad tranquila y culturalmente rica que sirve como puerta de entrada al famoso “Triángulo de Oro”, donde confluyen las fronteras de Tailandia, Laos y Myanmar que visitamos ayer. Fundada en el siglo XIII como la primera capital del reino Lanna, conserva un legado histórico en sus templos tradicionales, como el Wat Phra Kaew, donde se descubrió la célebre estatua del Buda Esmeralda. A diferencia de su vecina Chiang Mai, Chiang Rai mantiene un ritmo más pausado y una atmósfera menos turística, lo que la convierte en un destino ideal para quienes buscan autenticidad y contacto cercano con la cultura local.

Además de su historia, la ciudad es famosa por sus templos contemporáneos y coloridos que reflejan la creatividad moderna de Tailandia y que visitamos estos días, como el Wat Rong Khun (Templo Blanco) y el Wat Rong Suea Ten (Templo Azul). También ofrece paisajes naturales espectaculares: montañas, plantaciones de té, cascadas y miradores panorámicos en Doi Mae Salong o Phu Chi Fa. Chiang Rai es, en esencia, un lugar donde la espiritualidad, el arte y la naturaleza se encuentran, ofreciendo a los viajeros una experiencia completa que mezcla tradición y modernidad en un entorno sereno.

Por otro lado Chiang Mai, es conocida como la “Rosa del Norte”, es la capital cultural del norte de Tailandia y una de las ciudades más visitadas del país. Fundada en 1296 como capital del antiguo reino Lanna, conserva un casco antiguo rodeado por murallas y fosos, donde se encuentran templos históricos como el Wat Phra Singh o el Wat Chedi Luang, que reflejan la herencia arquitectónica de la región. La ciudad combina a la perfección tradición y modernidad: mientras que en sus calles antiguas se respira historia, en las zonas más nuevas abundan cafés modernos, galerías de arte y un ambiente cosmopolita que atrae tanto a turistas como a nómadas digitales.

Más allá de su centro urbano, Chiang Mai es un punto de partida ideal para explorar la naturaleza del norte de Tailandia. A poca distancia se puede ascender al Doi Suthep, la montaña sagrada coronada por el famoso Wat Phra That Doi Suthep, disfrutar de parques nacionales con cascadas y selvas, o visitar comunidades locales en aldeas de montaña. La ciudad también es célebre por sus festivales, como el Yi Peng, donde miles de linternas iluminan el cielo, y por sus mercados nocturnos llenos de artesanía y gastronomía local. Chiang Mai ofrece así una experiencia que mezcla espiritualidad, cultura y aventura en un entorno vibrante y hospitalario.

El trayecto de Chiang Rai a Chiang Mai nos iba a llevar 4 horas que nos venían por delante, pero habría una buena sorpresa que habíamos preparado y que sería una de las grandes experiencias del viaje.

Las 4 horas las pasamos medio dormidos, viendo como también hay obras en esta carretera con más curvas de lo previsto, y también haciendo el check-in del próximo vuelo que nos esperaba en ruta en este exótico viaje por Ásia.

Finalmente llegamos casi a la una del mediodía a la parada que teníamos a una hora de Chiang Mai: Ran-Tong, un centro de salvamiento y rescate de elefantes de lo más respetuoso para ellos. Nos atendió muy bien un tal Shao, de origen de Myanmar, que nos acompañó en todo momento en una de las más grandes experiencias del viaje.




Primero nos vestimos con ropa para podernos ensuciar estando con los elefantes del centro. Luego nos prepararon una excelente comida a base de Pad-Thai, del que pudimos repetir, y fruta como muy buenos mangos, sandía o melón.

Después del café nos dispusimos a preparar la comida que le íbamos a dar a los elefantes. Preparamos una especie de albóndiga para elefantes a base de arroz y carne en forma de pelota, envuelta por unas cintas de hojas para conseguir la bola. También partimos mazorcas de maíz en tres para poder dar de comer a los elefantes.

Primero nos enseñaron que no podíamos ir nunca por la parte trasera del elefante ni tampoco por las orejas, sino siempre de frente y alzando la mano con la comida. Empezamos dando de comer en la trompa a uno de los elefante que se ve que era travieso, o no tan bueno como los otros. A continuación, a otros dos elefantes a los que ya empezamos a dar de comer directamente en su boca.

A continuación cogimos los cestos que habíamos preparado antes para dar de comer a dos elefantes más que, sólo al llegar ya trataban de cazar la comida directamente del cesto. Fue muy bueno darlos de comer, para luego acariciarlos y hacerles fotos. Pero el no va más fue cuando los duchamos y frotamos, porque nos hundíamos con ellos en una especie de piscina. Para finalizar nos hicimos fotos con ellos recién bañados mientras nos mojaba con la trompa.

En definitiva, una experiencia genial que recomiendo a cualquiera que quiera a los animales, y más en concreto a los inteligentes, enormes y pesados elefantes.

Estas crónicas sobre el viaje de Emeshing por Tailandia y otros países asiáticos van a continuar mañana en el post Asia White Lotus Trip 19 de Emeshing.com


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