En un entorno empresarial cada vez más dinámico y competitivo, contar con una estrategia clara y coherente ya no es una opción, sino una necesidad. Sin embargo, muchas organizaciones se pierden en el intento de definir qué significa realmente “hacer estrategia”. La Pirámide Estratégica, desarrollada por Wendy McGuiness, ofrece una guía estructurada que conecta el propósito con la ejecución de manera lógica y práctica.
Gracias a Igor Buinevici por su infografía!!!
🎯 1. Propósito: el “por qué” que lo cambia todo
La parte superior de la pirámide está dedicada a lo que nos impulsa:
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Misión: ¿Por qué existimos?
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Valores: ¿Qué es importante para nosotros?
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Visión: ¿Qué queremos llegar a ser?
Estas tres capas definen la identidad de la organización y le otorgan dirección. Sin propósito, no hay estrategia que se sostenga en el tiempo.
🧠 2. Estrategia: de la intención al enfoque
En el corazón de la pirámide se encuentran los elementos estratégicos clave que convierten el propósito en planes accionables:
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Intención estratégica: ¿Cómo llegaremos a nuestra visión?
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Impulsores (Drivers): ¿En qué debemos enfocarnos?
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Facilitadores (Enablers): ¿Qué recursos, competencias y marcos utilizaremos?
Esta sección traduce el propósito en una hoja de ruta flexible pero clara. Aquí se toman decisiones cruciales sobre en qué competir, con qué capacidades y bajo qué principios.
⚙️ 3. Ejecución: donde todo se pone a prueba
La parte inferior de la pirámide lleva la estrategia al terreno de lo real:
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Objetivos e iniciativas: ¿Qué acciones debemos emprender?
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Indicadores de desempeño: ¿Cómo sabremos que tenemos éxito?
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Mapa estratégico: ¿Cómo comunicamos, seguimos y adaptamos nuestra estrategia?
Sin una buena ejecución, incluso la mejor estrategia se queda en papel mojado. Por eso, esta sección es esencial para medir y aprender en cada paso.
🧩 Conclusión: la coherencia lo es todo
Como bien dijo Henry Mintzberg:
"La estrategia no es la consecuencia de la planificación, sino lo contrario: su punto de partida."
Esta pirámide nos recuerda que una estrategia efectiva no comienza con KPIs o presupuestos, sino con una profunda reflexión sobre quiénes somos y qué queremos aportar al mundo.
Implementarla requiere compromiso, alineación y una comunicación constante entre todos los niveles de la organización.
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