Segunda parte del artículo La competitividad global hacia 2030: escenarios futuros, sectores clave y estrategias (3/2) según el informe Global Economic Futures: Competitiveness in 2030 - White Paper June 2025
Impacto sectorial: industrias clave
El informe analiza cómo cada escenario podría afectar a diferentes sectores. Entre los más expuestos destacan:
Manufactura y cadenas de suministro: Muy vulnerables a disrupciones geopolíticas y regulatorias. La relocalización de cadenas de producción, los aranceles, los controles tecnológicos y los estándares ambientales pueden alterar profundamente su competitividad.
Tecnología y servicios digitales: Aunque menos dependientes de flujos físicos, enfrentan riesgos por fragmentación digital, estándares divergentes, restricciones al flujo de datos y acceso a talento. Las reglas sobre privacidad, ciberseguridad y propiedad intelectual son determinantes.
Energía y materiales: La transición energética, los conflictos por recursos y la dependencia de materias primas críticas marcarán su evolución. Las energías renovables ganan peso, pero también se enfrentan a cuellos de botella geopolíticos y regulatorios.
Transporte y logística: Altamente sensibles a inestabilidad política, normativas ambientales y disrupciones comerciales. Las inversiones en digitalización y sostenibilidad serán claves para mitigar riesgos.
Otros sectores como salud, educación y servicios públicos muestran mayor resiliencia, al tener una orientación más local.
Recomendaciones estratégicas para empresas y gobiernos
El informe propone siete recomendaciones clave —acciones de “no arrepentimiento”— válidas bajo cualquier escenario:
Fortalecer capacidades básicas: Mejorar eficiencia operativa, salud financiera, talento y capacidad de adaptación.
Desarrollar agilidad geopolítica: Integrar el análisis de riesgos globales en la estrategia empresarial y política.
Mejorar el cumplimiento normativo: Invertir en tecnologías para reducir complejidad y anticiparse a cambios regulatorios.
Fomentar la anticipación y la previsión: Incorporar inteligencia estratégica, análisis de datos y escenarios en la toma de decisiones.
Equilibrar localización y diversificación: Reducir dependencias sin renunciar a la apertura global.
Conciliar corto y largo plazo: Atender desafíos inmediatos sin perder de vista inversiones a futuro (tecnología, educación, infraestructura).
Reforzar alianzas estratégicas: Colaborar entre empresas, gobiernos y sociedad civil para enfrentar retos compartidos.
Conclusión
La competitividad en 2030 no dependerá solo de fundamentos económicos, sino de la capacidad para adaptarse a un mundo cada vez más incierto, complejo y fragmentado. Quienes desarrollen resiliencia, visión de futuro y capacidad de ejecución estarán mejor posicionados para prosperar.
En tiempos de disrupción, anticiparse es una forma de liderazgo. El informe del Foro Económico Mundial nos invita a mirar más allá del presente y construir hoy las bases de una competitividad sostenible para el futuro.
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