A las 15:30h habíamos quedado con Tam en la recepción del hotel para ir al aeropuerto, así que nos teníamos que dar prisa en volver al hotel y hacer el checkout de la habitación con las maletas hechas. Al llegar al hotel me cambié de ropa para estar cómodo en el avión, y traté de cerrar las maletas. Bajamos con las maletas hasta el Lobby del Gran Hyatt y pagamos en el checkout el coste de las 2 conexiones a Internet que realicé mientras estuvimos en Hong Kong (80 HK$ cada una).
Tam llegó 20 minutos antes de la hora, supongo que puntualidad británica, aunque al preguntarle no lo quiso reconocer. Bajamos del lobby a la zona de coches para recoger las maletas y que nos pasara a recoger el coche, pero este llegó a la hora acordada y no antes. Esta vez se trataba de un monovolumen Nissan con un panel espectacular. Le pregunté si me podía enseñar la pantalla, y efecto demo no le funcionó la reproducción del DVD.
Al salir del parking del hotel estaba todo oscuro, y es que se había puesto a diluviar con fuerza, aunque para ellos sólo se tratara de una Ambar Stormrain, es decir la tormenta más floja de las que tienen tipificadas. Primero está la ambar o amarilla, luego la red storm o roja, y por último la black storm o negra. Llovía con fuerza y las nubes no dejaban ver las fabulosas vistas del trayecto por los puentes que conectan las distintas islas de Hong Kong.
El recorrido que hicimos fue desde Kowloon hasta Lantau, para poder desviarnos a la isla artificial ganada al mar donde se construyó el actual aeropuerto internacional de Hong Kong con sus dos enormes terminales. Según me cuentan antes el aeropuerto estaba dentro la ciudad y los aviones pasaban en medio de los rascacielos.... La verdad es que en Hong Kong hay muchas zonas que se han ido ganando al mar.
Casi no había cola en el checkin del mostrador de facturación de Air New Zealand, y después de recoger las tarjetas de embarque empezamos la gimcana de controles seguridad. Primero enseñar el pasaporte y la targeta de embarque a uno de seguridad que te mira un par de veces antes de hacerte pasar. Luego un segundo control esta vez de equipaje de mano del que conseguimos pasar airosamente, sacando antes el móvil y el portátil a parte. Y para finalizar otra pequeña cola a unos mostradores acristalados del que nos vuelven el revisar pasaporte y que sellan con un sello redondo donde aparece "Hong Kong Inmigration - Departed". Por cierto en la entrada el sello eran dos rectángulos donde ponía: "Hong Kong Inmigration - VISITOR Permitted to remain for ninety days from date of entry as shown below..."
En el aeropuerto acabamos nuestros billetes de dólares honkoneses (HK$) comprando unos muffins de limon y chocolates respectivamente, unas cookies y una bebida, todo ello para coger fuerzas de cara a las 11 horas de vuelo que nos esperan por delante para recorrer 9.144 kilómetros, un poco menos de los 10.338km que hicimos en el London-Hong Kong. Bueno al final serían más de 11 horas...
A las 17:30h, hora prevista para que empezara el embarque aunque fuera en jardinera cutre, unas 10 azafatas se agolpaban detrás de los mostradores sin que se pusieran de acuerdo en la hora de que saldría el vuelo que seguro iba en retraso. Y más al ver que en ese momento llegaba toda la tripulación de nuestro vuelo.
Una hora soportando la mala organización del aeropuerto de Hong Kong (muy bonito pero luego bastante kaos), haciendo la cola sentados en el suelo. En la cola veo que el pasaporte neozelandés, al igual que el estadounidense, es negro. Y también veo dos parejas de españoles detrás nuestro. Hablo con una pareja de Navarra, y me cuentan que perdieron un día en Londres a causa del cierre del espacio aéreo inglés y que acaban de llegar a Hong Kong para coger nuestro vuelo y luego irse a Sidney!!!
Después de un retraso de tres horas y pico, por fin el avión despegó camino a Auckland, no sin antes esperar a que amainara la "cortina de agua" que literalmente caia en ese momento, y con las disculpas del piloto por el retraso. La fuerza del agua era tan espectacular, que las alas del avión parecían de papel, Adriana quería aplaudir al piloto, porque alguien que se atreve a salir con ese tiempo o bien es un héroe o bién no teme al peligro. Las turbulencias eran tan fuertes que incluso dormido podías sentirlas. Y es que esto lo cuenta Adriana porque yo empecé a planchar la oreja leyendo un artículo del The Wall Street Journal sobre el chaval que se había encontrado en iPhone de 4a generación y ya no recuerdo nada más hasta la hora que nos han servido la cena.
Emeshing desde el asiento 45C (pasillo) del Boeing 777-200ER de Hong Kong a Auckland. El avión tiene una capacidad de 304 pasajeros, pero por suerte no va lleno y compartimos Adriana y yo tres asientos.
Continuará
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