Al salir de Villa Torlonia nos fuimos a comer cerca de la estación central de Termini, en una Trattoria donde comí lasagna, y mis compañeros de viaje spaghetti o sopa de verduras "al estilo italiano".
A continuación subimos al autobús 980 hasta Villa Borghese, según nuestra guía el parque más famoso de Roma. Fue antaño el espacio de recreo privado del Cardenal Scipione Borghese.
Allí nos montamos en un carricoche eléctrico a pedales en plan bicicleta de 2 y 2 plazas para recorrer el parque. Al principio el coche no tiraba aunque pedaleábamos con fuerza, y entonces vino el dueño de la parada con otra bici para repararnos la batería, ya que básicamente estaba desconectda. Incialmente circulábamos por los caminos asfaltados, pero luego cogimos confianza y nos fuimos campo a través tentando a la suerte en alguna que otra bajada... muy divertido!
La verdad es que el parque de Villa Borghese es muy chulo, pero quizás está un poco dejado si lo comparamos con parques como el Central Park de New York.
De allí cogimos el 116 hasta Via Vittorio Veneto, y fuimos bajando hasta llegar a la Piazza Spagna, donde un guiri chiflao bajaba con un monociclo por las escaleras y consiguió sobrevivir sin matar a ningún guiri que invadía la plaza.
Esta vez entramos en la tienda Prada, aunque es de Milan, es una de las tiendas de moda italiana por antonomasia y con precios prohibitivos. Luego fuimos andando por esas calles comerciales tan italianas y tan chic, en las que te sientes aun más pobre.
Para remartar nos sentamos en una plaza para tomas unos cappuccinos fredos y yo un Gargallo muy bueno. Se trata de un helado con base de café, vainilla, nata y un poco de chocolate desecho.
Para cenar nos fuimos de nuevo al barrio de Trastevere para hacer una pizza en una trattoría muy concurrida llamada Carlo-Menta. La cena no estuvo mal, pero estábamos cansados y al salir nos fuimos al hotel a descansar con el bus 8 y luego el 170.
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