"Los Detroit Pistons, después de varios años creciendo poco a poco, habían llegado por fin a la élite. Para algunos, eran un excelente equipo. Para otros, eran poco más que una panda de matones. Bajo la dirección de Jack McCloskey, su muy respetado general manager… y antiguo asistente de los Lakers, los Pistons habían construido un equipo talentoso y con profundidad de banquillo. Detroit se especializó en recuperar a jugadores perdidos de otras franquicias y formar una unidad cohesionada gracias al trabajo del entrenador Chuck Daly. El pívot titular, Bill Laimbeer (a quien Tony Kornheiser, del Washington Post, una vez apodó Bill «No-te-importará-que-te-dé-un-puñetazo-en-los-riñones-en-la-primera-posesión-del-partido-¿verdad?» Laimbeer) no pasaba de ser un jugador del montón en los Cleveland Cavaliers antes de que los Pistons lo ficharan a cambio de una serie de jugadores y elecciones en el draft. El ala-pívot Rick Mahorn había pasado de puntillas por los Washington Bullets durante los cuatro años que jugó en el equipo antes de que los Bullets se deshicieran de él a cambio de un tal Dan Roundfield. Desde el escolta Vinnie Johnson (proveniente de Seattle a cambio de Greg Kelser) al pívot suplente James Edwards (fichado a los Suns por el ala-pívot Ron Moore y una elección en el draft) pasando por Joe Dumars, el escolta de McNeese State que habían elegido en primera ronda dos años antes y que aún tenía que hacerse un sitio en la liga, los Pistons eran una colección de desconocidos que habían conseguido encajar de manera completamente inesperada."
from "Showtime: Magic, Kareem, Riley y la dinastía de Los Ángeles Lakers en los años 80" by Jeff Pearlman, Guillermo Ortiz
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