Y llegamos a nuestro último día en Bora Bora. Yo he dormido unas 10 horas del tirón en esta cama enorme con vistas a la espectacular laguna de agua transparente.
Los del hotel nos habían dejado una carta con las instrucciones. Debíamos dejar la habitación a las 11h, nos daban una habitación de día para hacer una última ducha, antes de partir en barco a las 16:10h hasta el aeropuerto.
Así que cogimos toda la ropa del vestidor y la pusimos como pudimos en las tres maletas, teniendo en cuenta el peso. Nos duchamos y fuimos a hacer el último desayuno... Qué pena!
Luego regresamos a la Villa para cepillarnos los dientes, cerrar las maletas (la de Adriana no sé cómo se pudo cerrar) y llamar al servicio para que nos vinieran a buscar las maletas.
Fuimos hasta la recepción para hacer el checkout de la habitación 204, pagar los extras excepto uno de minibar que nos querían colar, y disfrutar de las horas que nos quedaban en la piscina y la playa del hotel.
Mientras nos estábamos bañando en la piscina, Adriana se ha dado cuenta que se había olvidado en la habitación la pulsera que nos habían regalado en hotel. La mía la conservo porque la llevo atada al
tobillo derecho. Así que he ido a la Consierge para comentar si nos la podían traer.
Luego nos encontramos una pareja de catalanes que nos han contado su viaje previo por Japón (algun día también nos gustaría visitarlo), y nosotros les hemos contado el nuestro por New Zealand. Mientras
hablábamos ha llegado la chica con la pulsera que Adriana quería guardar de recuerdo.
Emeshing estirado en una de las cómodas tumbonas ubicadas alrededor de la piscina del hotel... Viendo el agua azul de la piscina, el agua verde turquesa del mar y la montaña enorme al fondo. Esto es vida!
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