"En sus más de veintitrés años de existencia, la librería se había convertido en el corazón del centro de Santa Rosa. El propio Bruce abría sus puertas cada mañana y ofrecía café y bollos a los clientes madrugadores, y permanecía abierta todas las noches hasta las diez, mucho después de que el resto de los comercios hubieran acabado su jornada. Los domingos por la mañana había galletas caseras para acompañar a los periódicos de Nueva York, Washington, Chicago y Filadelfia, y muchas veces costaba encontrar un sitio donde sentarse en la cafetería de la segunda planta. Bay Books recibía a muchos autores y organizaba un buen número de eventos literarios a los que siempre estaba garantizado que acudiría una multitud. Las estanterías de arriba tenían ruedas y, cuando se apartaban hasta la pared, cabían cien personas sentadas. Bruce la utilizaba sobre todo para las presentaciones de autores, pero también para clubes de lectura, sesiones infantiles, conferencias, grupos de estudiantes, exposiciones de arte y pequeños conciertos. Raro era el día en que no había alguna reunión de algún tipo."
(from "El manuscrito" by John Grisham, Mª del Puerto Barruetabeña Díez)
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