La demanda se fue inflando, mientras el juez alegaba que esta pérdida le había ocasionado problemas, porque era el traje con el que se sentía más cómodo, que ya lo habían dejado de fabricar, que la chaqueta ya no se la podía poner sin el traje, que ahora debía realizar un trayecto más largo para llevar su ropa a otra tintorería/lavandería...
De esta forma sumó 1.400 horas en preparar la demanda, más los gastos en comprarse otro traje aunque no fuera el mismo, más el precio del alquiler de un coche y la gasolina para desplazarse a otra lavandería, más el daño moral, con lo que al final la demanda ascendía a más de 54 millones de dólares!!!
La familia surcoreana Chung responsable del negocio familiar de la tintorería, trató de llegar a un acuerdo por las buenas con el cliente, pero éste no se atendía a razones. Roy Pearson inicialmente reclamó los 1.150 dólares que le costó un traje nuevo en Hickey Freeman, a lo que se negó la familia propietaria del negocio.
Semanas después la familia surcoreana encontró finalmente los pantalones (ver foto), pero al querer entregárselos al juez, éste no los reconoció como propios. Incluso la familia coreana intentó llegar a un acuerdo económico, pero nada, el juez quería llegar entonces al final del juicio.
Pues bien, el otro día publicaron la sentencia de este caso un tanto absurdo, dando la razón a la lavandería coreana e indicando que el juez Roy Pearson debe pagar los gastos judiciales al considerarse que un pantalón no vale lo demandado. Además fuentes judiciales declararon que "la juez Bartnoff ha dejado muy claro al sugerir que, aunque se deba proteger a los consumidores, demandas abusivas como esta no se tolerarán".
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