"Una de las ventajas de trabajar en un bufete tan grande eran los viajes ilimitados. Un socio sénior podía ir a casi cualquier lugar del mundo, o al menos a casi cualquier sitio al que una persona de cierto estatus quisiera ir, y llamarlo trabajo para aprovecharse de las numerosas deducciones. Pasarse por la sede de Scully, llevarse a un socio a comer o cenar, quizá ir a ver una ópera o un partido de fútbol, y desgravarse el viaje entero. Si había algún tema profesional que comentar, entonces le hacía dos facturas al cliente y le cargaba también las entradas. Barcelona siempre había sido uno de los destinos favoritos de los socios y todos los miembros del comité de dirección habían visitado sus elegantes oficinas en algún momento."
from "El intercambio (La tapadera 2)" by John Grisham, Ana Isabel Sánchez DíezTweet
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