"A finales de 1937 les daba vueltas en la cabeza a estas y otras ideas, formando un «revoltijo» de conceptos que no «cuajaban». A Atanasoff le encantaban los coches; si podía, le gustaba comprarse uno nuevo todos los años, y en diciembre de 1937 adquirió un flamante Ford con un potente motor V8. Para relajar la mente, una noche lo cogió para dar una vuelta, dando lugar a lo que se convertiría en un importante momento en la historia de la informática. Una noche de invierno de 1937, mi cuerpo entero se hallaba atormentado de tanto intentar solucionar los problemas de la máquina. Me subí en el coche y conduje a gran velocidad durante largo rato para poder controlar mis emociones. Tenía la costumbre de hacerlo durante varios kilómetros; concentrándome en la conducción, podía recuperar el control de mí mismo. Pero aquella noche me encontraba excesivamente atormentado, y continué hasta que hube cruzado el Mississippi y entrado en Illinois, y me hallé a unos 300 kilómetros del punto de partida.32 Salió de la autopista y entró en un bar de carretera. Al menos en Illinois, al contrario que en Iowa, podía tomar alcohol, de modo que pidió un bourbon con soda, y luego otro. «Me di cuenta de que ya no estaba tan nervioso, y mis pensamientos volvieron de nuevo a las máquinas computadoras —recordaría más tarde—. No sé por qué, en ese momento mi mente funcionaba como no lo había hecho antes, pero todo parecía estar bien, sereno y tranquilo.» La camarera no le prestaba atención, de modo que Atanasoff pudo procesar su problema sin que nadie le molestara."
"Bosquejó sus ideas en una servilleta de papel, y luego comenzó a revisar algunas cuestiones prácticas. La más importante de ellas era cómo renovar la carga en los condensadores, ya que, de no hacerlo, esta se agotaría al cabo de un minuto o dos. Se le ocurrió la idea de montarlos en tambores cilíndricos rotatorios, más o menos del tamaño de las latas de zumo de la marca V8 (de unos 130 centilitros de capacidad), de modo que entraran en contacto una vez por segundo con unos cables tipo escobilla que renovaban la carga. «Aquella noche en el bar generé en mi mente la posibilidad de la memoria regenerativa —afirmaría—. En aquel momento la llamé “estimulador”.» Con cada vuelta del cilindro rotatorio, los cables estimulaban la memoria de los condensadores y, cuando era necesario, recuperaban datos de los condensadores y almacenaban otros nuevos. También se le ocurrió una arquitectura que tomaba números de dos cilindros de condensadores distintos, y luego usaba el circuito de tubos de vacío para sumarlos o restarlos y poner el resultado en la memoria. Tras unas horas resolviéndolo todo, recordaría, «me subí al coche y conduje de vuelta a casa a un ritmo más lento».
from "Los innovadores: Los genios que inventaron el futuro" by "Walter Isaacson, Francisco José Ramos Mena, Marcos Pérez Sánchez, Inga Pellisa Díaz"
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