Lo había dejado cuando un jeep nos vino a buscar en el Aeropuerto Internacional de Kilimanjaro (Tanzania). La verdad es que se trata de un pequeño aeropuerto con instalaciones modestas, y donde se respira calma y tranquilidad.
El jeep que nos recogió era un Toyota grande pintado de verde oscuro y con un guía llamado Elias que, aunque con apariencia grande y ruda, era simpático y muy experimentado como nos demostraría más tarde...
El tramo que debíamos cubrir desde el aeropuerto hasta el cráter del Ngorongoro era importante, así que Elias pisaba a fondo y nos llevaba a toda leche por la carretera bien asfaltada que nos llevó del aeropuerto de Kilimanjaro hasta Arusha.
La carretera cruzaba por un montón de poblados que parece ser que hacen la vida a ambos lados de la carretera. Pero en Arusha, al tratarse de una ciudad el colapso de coches era importante. Allí encontramos un semáforo, nada típico en Tanzania por lo que parece...
El recorrido nos llevó por diferentes carreteras que cada vez tenían peores condiciones, y por algunas paradas para ir al baño y para ver si picabas con algunos de los souvenirs.
El paisaje poco a poco iba cambiando de planicie a más montañoso y frondoso, con unos árboles a los que llaman "umbrella tree" que son realmente espectaculares.
Hubo un momento que dejó de tener asfalto la carretera, aunque la tierra roja estba suficientemente preparada para el tráfico fluido de los jeeps que van a visitar Ngorongoro.
Al llegar al Parque Nacional de Ngorongoro la emoción se fraguaba en el ambiente, no en vano se trata de lo que muchos llaman el edén de la tierra, el paraíso o el arca de Noé.
Sólo acceder el parque nos encontramos con la visita de una especie muy curiosa de monos que se caracterizan por llevar el culo colorado... pero no sería nada a los animales que llegaríamos a ver al día siguiente. Era curioso ver como la "familia" de monos andaba en fila india...
Al llegar al hotel Ngorongoro Sopa Lodge, quizá con la mejor ubicación en el parque, nos caímos rendidos después del palizón de viaje. Pero tuvimos ganas de apuntarnos a una excursión a la escuela de un pueblo Masai.
La visita fue muy impactante y te hace reflexionar la necesidad de que nos basemos en lo importante y olvidemos lo supérfluo del consumismo y las chorradas en las que nos vemos sumergidos en el mundo occidental.
Para finalizar este post, comentaros un curiosidad de este hotel. Todas sus enormes habitaciones del hotel son muy espaciosas, sin ninguna sofisticación, pero con la particularidad que tienen unos grandes ventanales que ofrecen vistas al parque nacional. Pues bien, nos encontramos con un elefante enorme que se paseaba por la zona... increíble!
To be continued
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